La parte más grande estaba formada por el inconsciente e incluía todas aquellas cosas que no son accesibles a nuestra consciencia, incluyendo muchas que se habían originado allí, tales como nuestros impulsos o instintos, así como otras que no podíamos tolerar en nuestra mente consciente, tales como las emociones asociadas a los traumas.
De acuerdo con Freud, el inconsciente es la fuente de nuestras motivaciones, ya sean simples deseos de comida o sexo, compulsiones neuróticas o los motivos de un artista o científico. Además, tenemos una tendencia a negar o resistir estas motivaciones de su percepción consciente, de manera que solo son observables de forma disfrazada.
El psicoanálisis freudiano distingue cinco etapas del desarrollo humano:
Etapa oral (del nacimiento a los 12 ó 18 meses)
La principal fuente de placer del bebé se orienta hacia las actividades de la boca, como chupar y comer.
Etapa anal (de los 12 ó 18 meses a los 3 años)
La retención y expulsión de sus heces produce placer en el niño. La zona de gratificación es la región anal.
Etapa fálica (de los 3 a los 6 años)
Época del "romance familiar", el complejo de Edipo en los niños y el de Electra en las niñas. La zona de gratificación se desplaza hacia la región genital.
Etapa de latencia (de los 6 años a la pubertad)
Etapa de transición hacia otras más difíciles. Los jóvenes comienzan a adoptar los roles de género y desarrollan el superego. Pueden socializarse, desarrollan habilidades y aprenden acerca de ellos mismos y de la sociedad.
Etapa genital (adolescencia y edad adulta)
Los cambios fisiológicos de la pubertad realimentan la líbido, energía que estimula la sexualidad. Relaciones heterosexuales y exogámicas. Es la última etapa, antes de entrar a la edad adulta.
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